Síganos!

Sin fin

Agregada en Jueves, 17 Enero, 2019   Anunciado por Philippe Mouchon

Sin fin

Últimamente, especialmente en estos tiempos tan modernos, digitales, globales e interconectados en los que vivimos, es muy fácil escuchar continuamente comentarios sobre lo compleja que es la vida. Cómo esa conexión parece apartar a las personas. Cómo las sensaciones y sentimientos básicos de la vida se han vuelto muy complicados de alcanzar. Cómo las personas estamos más solas que nunca. Qué vivimos en un mundo donde parece que todo tiene que pasar ya, sin demoras, sin perder el tiempo, porque siempre hay alguien detrás empujando para que la fila avance. Donde el día a día nos llena la cabeza de ruidos

El fácil arte de apreciar las sencillas cosas de la vida

Últimamente, especialmente en estos tiempos tan modernos, digitales, globales e interconectados en los que vivimos, es muy fácil escuchar continuamente comentarios sobre lo compleja que es la vida. Cómo esa conexión parece apartar a las personas. Cómo las sensaciones y sentimientos básicos de la vida se han vuelto muy complicados de alcanzar. Cómo las personas estamos más solas que nunca. Qué vivimos en un mundo donde parece que todo tiene que pasar ya, sin demoras, sin perder el tiempo, porque siempre hay alguien detrás empujando para que la fila avance. Donde el día a día nos llena la cabeza de ruidos

Sinceramente, es una manera de pensar realmente retrógrada y que complica la vida sin sentido. En un día a día que ya por si sólo nos llena la cabeza de ruidos, mutilando la capacidad de la inocencia, el asombro y el estar bien con poca cosa, parece que tenemos ganas de hacerlo más difícil. Que pena que no se utilice la capacidad de detenerse en el tiempo para captar todas esas cosas simples, para reconocer lo sencillo, lo maravilloso, lo que merece la pena, entre tantas agujas de reloj que no dejan de moverse.

Si es verdad que existen unas personas más sensibles que otras, con sus cabezas llenas de ideas, palabras, desvaríos o pensamientos, a las que esas cosas sencillas de la vida les tiran con fuerza. Pero no es difícil de utilizar un mero segundo de nuestro tiempo y conseguir que mente y corazón se pongan de acuerdo y miren para el mismo lado. Conseguir alcanzar un momento donde te detengas, mires alrededor y veas eso que no habías notado hasta que consigues el fluir del tiempo a tu alrededor.

Curiosamente mi alma musical me trae a la mente esas palabra que, tan bien, cantaba Dylan en su “Bye and Bye” hace unos años: “… Sentado en mi reloj para llegar a tiempo… El futuro es cosa del pasado… Fuiste mi primer amor y serás el último…” (Well, I’m sittin’ on my watch so I can be on time… the future for me is already a thing of the past. You were my first love and you will be my last…). Y lo hace por varias razones, todas ellas en referencia a una historia como es “Sin Fin” y a la sencilla música de Sergio de la Puente.

Para los que hayáis tenido la suerte de disfrutar la película de los hermanos Alenda, esta se se aleja de los estándares del cine español convencional. Como el mismo Dylan sigue demostrando a través de los años, siempre hay maneras sencillas y directas de hablar de esas cosas básicas de la vida sin complicaciones. En este caso, hablar de ese problema que tenemos las personas para aceptar la realidad tal y como es. En este ocasión a través de diversos viajes del presente, el pasado y el futuro, en el que revivimos los recuerdos de Niña y Trigo. Donde compartimos la magia de ese primer día en el que se conocieron. Donde seremos parte de un viaje que nos lleva desde el amanecer madrileño al atardecer andaluz. Todo para conseguir que los personajes vuelvan a apreciar todas esas cosas sencillas que una vez les juntó para siempre por primera y última vez.

El amor y la relación entre las personas. Ese tema tan sencillo, del que tantas variaciones encontramos en música, cine y literatura, y que convertimos en algo tan complejo. Pero que la película consigue devolver su estado más simple y básico. Uno en el que pasado y el presente se unen a través de un viaje que ofrece dos caras contrapuestas: la ilusión inicial del enamoramiento a través de la nostalgia del ayer; y el dolor, la culpa y la decepción que se han ido incrustando a lo largo de los años. Y lo hace de una manera delicada y poética permitiéndonos ser parte de las relaciones que se establecen entre los personajes. Especialmente, gracias al corazón y la sensibilidad de la composición e interpretación que Sergio de la Puente hace de dicha historia con su música. El piano, la guitarra, se convierten en pequeños detalles de importancia vital en la narración. De la misma manera que lo es ese reloj al que nunca se le ha dado cuerda y que necesita ponerse en movimiento, o el deseo de Trigo de no “perder el tiempo” con las cosas sencillas que nos ocurren en la vida para alcanzar otras metas.

Tanto la película como la música se insertan en caminos muy poco transitados en nuestra cinematografía. Un viaje por la vida que alcanza un alto calado emocional en el que se mezclan reencuentro sentimental y una preciosa trama basada en una especial visión del amor. Una que tiene más que ver con la generosidad. Probablemente, junto al amor, las dos actitudes básicas más humanas, y que en la mayoría de los casos tienen mucho que ver con una interpretación literal del egoísmo. Una manera sencilla de ver la emoción desde lo natural, de reflejar la capacidad de acercarnos o alejarnos unos a otros, la capacidad para tomar decisiones y a qué estamos dispuestos a hacer por amor. Tan sencillo como que seamos capaces de ver y apreciar que somos perfectamente capaces de cambiar el destino… si así queremos.

No es que el amor sea infinito y eterno como decía Balzac. Si no, como decía Capote, que al no tener una geografía, un espacio delimitado… no tiene barreras. Tiene más que ver con lo que decía Van Dyke sobre el tiempo: “… es demasiado lento para los que esperan, demasiado rápido para los que temen, demasiado largo para los que lloran, demasiado corto para los que se regocijan,… pero para los que aman, el tiempo es eterno…”

Y es que es todo un arte. Es un arte el conseguir convertir lo cotidiano como extraordinario. Es un arte el reconocer en las cosas pequeñas y sencillas de cada día como se esconde algo maravilloso y que vale la pena mirar y escuchar.

Cosas que merecen la pena hay en todos lados, solo hay que tener el arte de saber reconocerlas.

Fernando Fernández

Cinco años nos separan desde que los hermanos Esteban Alenda me soltaron en una frase lo que sería el germen de su siguiente proyecto “Si viajas en el tiempo, la muerte no es el final”, esa frase se me quedó grabada en el ADN desde ese momento. Cinco años de lucha, de amistad, de vivencias, de ilusión, de dramas, de alegrías… en definitiva 5 años de nuestra vida plasmada en este proyecto que ahora es tan vuestro como nuestro. Orgulloso de formar parte de Sin Fin, una de las historias que mas me han llegado y que estaré tan agradecido a mis “Brothers” por confiar en mi y dejarme jugar en su rincón del patio.

Sergio de la Puente

Componer la melodía y letra de Timeless fue un proceso más intuitivo que meditado. Sergio lo puso muy fácil: cada pieza de la banda sonora ya era una fiel descripción de las sensaciones que me produjo Sin Fin, así que decidí volcar todas estas sensaciones sin reflexionar demasiado sobre ellas. Comencé a grabar unas voces sobre otras hasta montar un tejido melódico del que resultó que no podía -o más bien no quería- salir. Al igual que en la película, la canción no pedía narrar una historia sino varias, cada una de sus líneas era un hilo sinuoso, se podía alejar y acercar de nuevo sin explicación aparente… Cada una de sus historias es bella, inevitable e inseparable de las demás.

Ana Franco

SIN FIN es una película que trata sobre el amor en todas sus vertientes. La palabra que define todas las decisiones que hemos ido tomando a lo largo de todo el proceso creativo es la de naturalidad. Naturalidad en la puesta en escena, en las interpretaciones de los actores, en el trabajo de cámara… y en la música. Ponerle música a la película no era tarea fácil teniendo en cuenta el montaje. Pasado y presente se mezclan continuamente mientras la historia avanza hacia el clímax final en la playa. Al tratarse de una historia muy romántica y emocional, el mayor riesgo estaba en que la música tendiera a subrayar excesivamente las emociones. Sergio ha compuesto una banda sonora inteligente, delicada, poética, sutil, con varios momentos memorables que contribuyen de manera decisiva a crear una experiencia audiovisual de muy alto calado emocional. Sergio, nuevamente, nos ha sorprendido creando una serie de temas musicales que superan con creces el de mero acompañamiento de la imagen demostrando que posee un imaginario muy personal, lleno de ideas arriesgadas y con una expresividad que impregna la película de verdad y de magia.

José y César Esteban Alenda (Directores)


Sin fin Página del soundtrack

Más información en: Rosetta Records



 



Más