Solo


Rosetta Records
Rosetta Records 17/01/2019 CD (8435383655097)
Película Estreno de película: 2018
 

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# Pista Artista/Compositor Duración
1.PecenescalSergio Jiménez Lacima2:12
2.I Wonder If I Am a Good PersonSergio Jiménez Lacima1:13
3.Why Did You Bring Me Here?Sergio Jiménez Lacima2:09
4.On the Way to PecenescalSergio Jiménez Lacima2:02
5.The AccidentSergio Jiménez Lacima2:22
6.Counting Waves for SurvivingSergio Jiménez Lacima1:26
7.What Am I Doing Here?Sergio Jiménez Lacima3:24
8.Looking for an ExitSergio Jiménez Lacima2:44
9.I Bade Them All FarewellSergio Jiménez Lacima2:19
10.A New BeginningSergio Jiménez Lacima3:53
11.Alvaro Sees HimselfSergio Jiménez Lacima0:44
12.Fighting Against the OceanSergio Jiménez Lacima1:46
13.Alone at NightSergio Jiménez Lacima5:43
14.Mom and DadSergio Jiménez Lacima1:53
15.The Last WaveSergio Jiménez Lacima2:35
16.Leaving the CoveSergio Jiménez Lacima5:50
17.The RescueSergio Jiménez Lacima2:35
18.I Can Be Alone and SurviveSergio Jiménez Lacima6:44
19.Triple (Bonus Track)Sergio Jiménez Lacima2:38
20.Dark Sea (Bonus Track)Sergio Jiménez Lacima2:58
 57:10
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Solo

Agregada en Jueves, 17 Enero, 2019  

Solo

Una de las ideas habituales que se comentan al hablar de “buen cine” es decir que lo es aquel que nos hace sentir emociones como espectadores. Aquel que nos hace olvidarnos de que lo plasmado en la gran pantalla son imágenes recogidas por una cámara. Cuando el conjunto de elementos de una película se funden en un todo, consiguiendo que nuestros sentimientos se trasladen desde la butaca hasta llegar al lugar en el que transcurre la acción. Esa “suspensión de la incredulidad” de la que tanto se habla en los manuales cinematográficos del otro lado del Atlántico. Y en ese sentido, “Solo” del director Hugo Stuven, es un buen ejemplo de este viaje de sensaciones.

Un viaje tras la expresión de las emociones

Una de las ideas habituales que se comentan al hablar de “buen cine” es decir que lo es aquel que nos hace sentir emociones como espectadores. Aquel que nos hace olvidarnos de que lo plasmado en la gran pantalla son imágenes recogidas por una cámara. Cuando el conjunto de elementos de una película se funden en un todo, consiguiendo que nuestros sentimientos se trasladen desde la butaca hasta llegar al lugar en el que transcurre la acción. Esa “suspensión de la incredulidad” de la que tanto se habla en los manuales cinematográficos del otro lado del Atlántico. Y en ese sentido, “Solo” del director Hugo Stuven, es un buen ejemplo de este viaje de sensaciones.

Por estas coincidencias cinematográficas habituales hoy en día, en estos últimos años han coincidido un buen número de historias de supervivencia y superación en nuestras pantallas. Todas ellas mostrando una más que brillante factura técnica en su desarrollo. Algo que, probablemente sea uno de los elementos más destacados de “Sólo”. Basada en un hecho real, y rodada en las imponentes localizaciones (también originales) de la isla de Fuerteventura. Las cuales le proporcionan un poderoso atractivo visual que intenta ligar a las reflexiones íntimas de un hombre que tiene que sobreponerse a la adversidad para poder salir adelante. Un personaje que realiza un profundo repaso a su vida, y a todo aquello a lo que aspira si consigue su propósito: conservar su vida. El joven surfista que sufre un aparatoso accidente al precipitarse por un acantilado en la zona más inaccesible de la isla. Lo que prometía ser una jornada deportiva increíble se termina convirtiendo en una agónica pugna de 48 horas por salir de un paraíso transformado en infierno. La cadera rota y abundantes magulladuras, son dos elementos más que van a tener que convivir durante ese tiempo con otro compañero habitual de la soledad: la voz de su conciencia.

Si hay un factor, dentro de esa destacada factura técnica, que se termina convirtiendo en la voz de todos los elementos de la historia, y el barniz que proporciona la capa de emoción y personalidad que cada uno de ellos necesita. La música de Sergio bascula, al igual que la historia, en torno al personaje principal. Y responde a dos niveles o planos ligados intrínsecamente al personaje: el plano físico y el emocional. Por un lado la música se identifica con el dolor físico del personaje así como su relación con el entorno de la isla. Una isla que parece, en casi todo momento, tener vida propia, convirtiéndose en la verdadera antagonista de la historia. Una especie de “cuerpo a cuerpo” entre la naturaleza y el personaje, que le lleva a éste a límites físicos extremos donde el dolor, la agonía y la angustia conviven con sus ansias de supervivencia. Una textura sonora, compuesta por varios elementos de diseño sonoro que transforman componentes acústicos, orgánicos, crudos, tribales e incluso sonidos humanos para conseguir un sonido agresivo y sin compasión, como la relación entre la naturaleza y el personaje.

Pero es el plano emocional en el que la música busca proporcionarnos, como audiencia, aquellos elementos de recuerdo y esperanza que completan este viaje interior que transforma al protagonista. Una música que acompaña a los múltiples procesos mentales y emocionales que sufre durante esas 48 horas y que, al mismo tiempo, le ocasionan un cambio interior de por vida. La situación perfecta en la que la música consigue ir más allá de lo que los espectadores vemos. La historia de supervivencia es considerado, musicalmente, casi como un detonante para contar la verdadera historia, el verdadero tema de la película: la transformación emocional que el personaje sufre a raíz de ese desafortunado accidente. Aquí la partitura trata de expresar su lucha interna, sus emociones, su reflexión ante los errores que ha cometido en la vida, su actitud egoísta, sus sentimientos reprimidos, sus relaciones tóxicas y un sin fin de sentimientos que buscan que conectemos y empaticemos con él. ¿Quién no ha experimentado, de una u otra forma, alguno de estos sentimientos? Por ello la música tiende un puente entre nosotros y el interior más profundo del personaje, de forma que podamos sentir todo aquello que no vemos.

Por un lado sentimos, la relación entre el protagonista y su exnovia. Y trata de expresar todos los sentimientos fruto del recuerdo y de las imágenes mentales que tiene de ella. Música con una dosis de nostalgia cálida y recuerdo apagado al mismo tiempo. Reflejo de una imagen mental, a veces más clara y a veces más borrosa, y que la música trata de expresar ensuciando su desarrollo con sonidos extraños, como desafinados, que generan inquietud e inestabilidad. Detalles que nos incitan a sentir que hay algo extraño en esos recuerdos, una especie de sensación agridulce. Detalles que, una vez adentrados en la película, comprenderemos porqué. Una música basada casi exclusivamente en tres acordes usando sonidos no acústicos, no convencionales, no reales, de forma que expresen esa inestabilidad en el interior del personaje y ese recuerdo turbio, apartado de la realidad, y con esa sensación de incomodidad y extrañeza.

Pero como todas estas historias, tampoco pueden dejar de aparecer las emociones de la superación, las ganas de vivir y de seguir hacia adelante del personaje principal. Una música muy unida a la de los recuerdos, puesto que uno provoca o detona al otro, lo que hace que aparezcan, en bastantes ocasiones, juntos. Una música que nos explica cómo aceptar sus errores se convierte en su única salida y su verdadera salvación. Por ello se convierte en el tema que más evoluciona, puesto que está directamente unido a la transformación del personaje. Melódicamente muy simple y escueto al principio, se plantea de una manera casi tímida, con cierto pudor. Pero conforme el personaje va resolviendo sus conflictos emocionales, se va desarrollando melódicamente, adquiriendo un claro y marcado carácter emocional hacia el final de la película donde este tema se estructura en un ascenso muy prolongado: el interior del protagonista y sus ganas de sobrevivir, de salvarse, de comenzar de nuevo. Incluso su desarrollo evoluciona, utilizando inicialmente instrumentos no acústicos, electrónicos y de sintetizadores. Para, más adelante, ser interpretado por un cuarteto de cuerda que aporta ese lado humano, más cercano y más real, y que, combinado con toda la parte electrónica y de diseño sonoro, consigue expresar esos dos mundos del personaje: el que fue y el que va a ser.

Una dicotomía presente en la propia estructura de la película: por un lado ejemplar cine de aventuras y supervivencia. Por otro, una certera reflexión sobre cómo la soledad y aislarnos de los demás no resuelve nuestros problemas, sino que los acrecenta. Una película que sirve para hablar de la indefensión y la soledad del ser humano cuando se encuentra desprovisto de cualquier asidero que lo ampare y queda a merced de la naturaleza. Ejercicios de supervivencia en condiciones impensables a las que puede haber llevado la inconsciencia, la fuerza de la naturaleza o la pura mala suerte. Pero que gracias a la música y a la emoción, traspasan las propias imágenes de la pantalla para conseguir plasmar tanto el hecho físico como, sobre todo, la fuerza mental y sentimientos de sus pequeños grandes héroes.

Fernando Fernández Jiménez


Más información en: Rosetta Records



Trailer:





Otras versiones de Solo (2018):

Solo (2018)


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